¡Vuelta al camino!

¡Vuelta al camino!

Augusto Galicia López

 

La recuperación en la carretera Acatlán -Izúcar de Matamoros.

 

“… me encuentro trazando las curvas de mis pesadillas y

 

El 20 de junio pasado estaba en una reunión de trabajo, cuando escuché el sonido de un mensaje SMS entrante. Se trataba de Nohe Gallardo, quien me pedía una ruta para una rodada en la que participarían unos amigos de Israel Téllez. Con esa petición, tan pronto como pude, abrí el maps de google y, cuál pintor ante su lienzo, empecé a bosquejar ideas. Finalmente, propuse una rodada con inicio en Chiautla, pasando por Izúcar, para llegar a Acatlán y regresar por Tepexi, Coatzingo y otra vez Izúcar. Mi idea era unirme en Izúcar y dejarlos en Tepexi, donde rodaría de regreso hacia Puebla.

 

Rodada propuesta.

 

Odómetro listo para iniciar la rodada.

 

El destino quiso que no fuera así, porque ya no tuve comunicación con Nohe y el sábado 22, por la tarde, Israel me avisó del fallecimiento de un familiar de uno de sus amigos por lo que no irían a la rodada. Así que decidí que me lanzaría como el “lobo solitario” que soy, sólo que haría el mismo recorrido que hice cuando tuve la desventura de visitar a las hormigas en el tramo Tehuitzingo – Izúcar de Matamoros. Planeé paradas para fotos en Tecali, y en Acatlán también para alimentos. Internamente, sentía un poco de temor al tramo entre Tehuitzingo e Izúcar, pero no quería dejar la oportunidad de recuperar mi confianza.

 

La iglesia principal de Tecali de Herrera.

El domingo 23 de junio alas 7:45 ya estaba listo afinando los últimos detalles para iniciar el recorrido, se veía nublado y algunas gotas hicieron ponerme el impermeable, establecí el odómetro de viaje en cero y salí con rumbo Amozoc. Rodé sin contratiempos hasta Tepeaca, donde me sorprendió que la calle principal luciera libre de los puestos propios del tianguis dominical, entonces pensé que podía visitar el templo del “Niño Doctor”, aunque era temprano y tal vez estuviera cerrada la iglesia. Así que di vuelta en una de las calles que rodean la plaza principal, sólo para darme cuenta que la calle de la iglesia del Niño Doctor estaba llena de puestos y no se podía llegar, más que a pie y decidí dejar la visita para otro día. Ni modo, enfilé hacia la salida a Tecali.

Los ocho o diez kilómetros que separan a Tecali de Tepeaca, transcurrieron sin novedad y conforme a lo planeado, estacioné mi montura enfrente de la iglesia principal, para tomar algunas fotos. Aproveché para aligerar mi vestimenta, pues la amenaza de lluvia había cesado. Casi a punto de continuar el recorrido, apareció un joven papá paseando con su niño de, unos dos años, el cual señalaba hacia la motocicleta. Después de los saludos, el joven Papá, Evanivaldo, me comentó que su pequeño, Landon era aficionado a las motos, por lo que sin más lo invité a tomarse una foto como futuro biker de MRM. Volví a ver a Landon y al joven Papá enfrente del exconvento Franciscano pues no quise desaprovechar la oportunidad para compartir alguna imagen de esta reliquia con los amigos de MotoRuta. Ahora sí, a continuar el camino.

 

Landon. El futuro biker.

 

El exconvento Franciscano en Tecali de Herrera, Pue.

Cuando llegué a Molcaxac, recordé el escenario natural llamado “Puente de dios”, así que desvié ligeramente mi plan original y me dirigí hacia él. A escasos tres o cuatro kilómetros del centro de la población empieza un pequeño tramo de terracería que conduce hasta un pequeño estacionamiento desde donde se continúa a pie el descenso hasta la orilla del río Atoyac. El río ha erosionado la roca para formar una maravillosa oquedad, sólo que el lugar luce descuidado y la mala calidad del agua hacen desmerecer esta maravilla natural. Aún así, caminé (más bien debería decir escalé) por entre las rocas de la ribera del Atoyac, para obtener algunas imágenes del “Puente de Dios”.

 

El Puente de Dios. Formación natural causada por la erosión del río Atoyac. Molcaxac, Pue.
Sólo cuando tiene tunas.

 

Cómo en el primer viaje, después de pasar por un poblado llamado Coyotepec, hice una pequeña parada, y el nopal que en aquella fecha estaba en floración, ahora luce sus frutos en pleno desarrollo, por lo que no pude evitar la obligada foto. Otra vez el cielo lucía nublado, así que volvía ponerme el impermeable.

Ya bien protegido, seguí rodando hacia Xayacatlán de Bravo, pero ahora, a diferencia de mi primer viaje, el paisaje está lleno de verdor por la temporada de lluvia.

Sólo que el “pero” de esta parte, es que el camino tiene más baches que la vez anterior, no queda otra, rodar más lento para no acabar muy golpeado. Admirando el verdor del paisaje, mi vista tropezó con el indicador de gasolina y mi estimación era que le quedaban unos cinco litros al tanque, por lo que supuse que no tendría problemas para llegar hasta Acatlán; pero un poco antes de llegar a Xayacatlán se activó la alarma de la reserva en el tablero y, aunque sabía que todavía había 2.5 litros en el tanque, la alarma me inquietó, por lo que decidí pasar de largo por Acatlán para llegar a la estación de gasolina en las afueras de la población. No obstante, me detuve en el Tecuán para tomar la foto obligada de “La perla de la mixteca” y aligerar mis ropas, porque el impermeable me causa mucho calor y se han desvanecido las amenazas de lluvia.

 

Cerca de Xayacatlán de Bravo.

 

El Tecuan. Acatlán, Pue.

Ya con el tanque lleno mandé mensaje a la casa para informar de mi ubicación y emprender el camino a la zona de curvas que tanto he recordado en los últimos meses. Entre Paso por Tehuitzingo y empiezo a sentir un poco de nerviosismo, pero trato de convencerme de que esta vez no tendré ningún problema en todo el trayecto de regreso. Poco a poco me voy acercando a las curvas de incidentes previos y mentalmente voy haciendo esfuerzos para relajarme, por fortuna voy sólo en esta parte de la carretera y puedo curvear con tranquilidad. Por fin, me encuentro trazando las curvas de mis pesadillas y me percato de que aquella donde visité el suelo realmente tiene poca dificultad por la que la paso sin problemas. Quería estacionarme en la cuneta donde caí, para tomar algunas fotos, pero las lluvias recientes la han llenado de piedras y no hay ningún espacio para pararse por lo que tengo que pasar de largo, sintiendo una liberación del estrés previo.

Que alegría, ya voy descendiendo hacia Raboso, voy encontrando algunos vehículos lentos en una zona de socavones, de tierra muy roja, que dejan sola a la cinta asfáltica, pero tomo las cosas con calma y la carretera se empieza a hacer más ancha y con la superficie recién pavimentada, así que hay oportunidad de rebasar con seguridad y estabilizar la velocidad para terminar el descenso hasta Izúcar de Matamoros. Casi sin sentir la Inazuma llega a 10000 rpm y 140 km/h. disminuyo porque no estoy en una pista de carreras, ni soy corredor y cada vez estoy más cerca de Izúcar.

La pasada por Izúcar no tiene novedad, salvo que paro un momento para enviar mi ubicación por SMS, así que enfilo hacia Atlixco, donde empiezan a verse algunas nubes con amenaza de lluvia. Ya en la autopista Atlixco – Puebla, vuelvo a ponerme el impermeable, para no correr riesgos de empaparme como en algunos viajes anteriores y continuo mi regreso a la ciudad trazada por los ángeles.

El trayecto en la autopista no tiene novedades, salvo que en algunos lugares se observan los avisos de “foto infracción”, por lo que hay que extremar precauciones para no obtener multas innecesarias. Alrededor de las 16:15 horas, estoy entrando a la casa completamente satisfecho de estos 355.5 km, que marca el odómetro de viaje. Creo que ya estoy listo para la siguiente rodada. ¡Nos vemos en el camino!

 

El recorrido.
El odómetro al finalizar. 355.5 km.

 

 

4 thoughts on “¡Vuelta al camino!

    1. Hola Macnifico.
      Gracias por comentar. Efectivamente, pude superar el miedo que me causaba ese tramo de carretera. Apenas ayer volvía a rodar con los amigos de MotoRuta de esta parte de la República y me fue de maravilla.
      Saludos.

  1. que bueno que a superado su evento desafortunado por asi decirlo me recuerda esa foto del niño a un vecino que su mama lo tiene que traer diario a ver mi moto y yo no sabia mi esposa me dijo y ya le di permiso de que se subiera en los tianguis hay niños que asta an llorado por subirse obiamente yo los subo y acelero un poco para que se emocionen…esa foto del exconvento es de postal un saludo y cuidese mucho muy bonito relato

    1. Hola Chava.
      Gracias por los comentarios. La foto del niño es de las cosas que valen la pena de rodar. También en la rodada a Orizaba (¿Qué? ¿Vamos a rodar?), una mamá se acercó para pedir una foto de su hijo en una de las motos, le dimos a elegir y el niño posó en la Yamaha V-Star 650 de Israel Telléz. ¿La postal? Ese exconvento Franciscano es una verdadera joya. A ver cuándo se me hace rodar por aquellas lejanas latitudes.
      Saludos

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